lunes, 12 de septiembre de 2011

Avenida mexicana


El ángel custodio de todos los mexicanos es testigo de cada suceso que pasa en Reforma

Salió del aeropuerto con mala cara, pues el oficial de inmigración le preguntó tres veces lo mismo, queriendo escuchar otra respuesta o tratando de trabar el discurso, su nacionalidad colombiana seguía causandole problemas en los terminales aéreos. Tomó un taxi de color verde. El conductor le explicó cada cosa que veía a su paso pero él siempre tenía la imagen del Paseo de la Reforma en su mente, producto de tantas novelas manitas consumidas en las tardes de colegio, y moría de ganas de hacer la clásica foto de "me empino un poco y simulo con mis dedos que estoy tocando la punta del famoso Ángel". Llegó a su hotel, empacó lo básico y salió a conocer un poco de la capital mexicana.

Chapultepec es el pulmón de la Ciudad de México, allí se encuentra un bonito palacio con vidriales de colores y jardines bien cortados, que albergaron las discusiones del futuro del virreinato mexicano y esperaron con desdén las desiciones que se tomaban en la corona española. Ahora, esta mancha verde es el único espacio, en la parte céntrica de méxico, para que las familias del DF salgan a elevar una cometa, a ser testigos de un lago, a respirar algo de aire puro en medio del caos citadino. El parque marca el comienzo del memorable Paseo de la Reforma, un camino construído por algún rey, que pensó en unir su castillo con El Zócalo, la plaza donde se encuentra la Catedral Primada de la ciudad.

Reforma está entrecortada por glorietas con grandes esculturas en sus centros, una de ellas es el Ángel de la Indepencia, la clásica postal del DF en cualquier libro de turismo. De repente el taxi ya estaba aparcado en la esquina del edifico HSBC, una torre como de 30 pisos, de cristal, muy bonito de hecho; pero que perdía el más mínimo nivel de importancia cuando se le ponía atención a su vecino. El Ángel era marco de un sinnumero de fotos, los turistas hacían fila en la esquina perfecta para tomar el retrato del recuerdo. Los conductores de los coches, ni se inmutaban de la presencia de estos fotógrafos amateurs y unas pequeñas nacas con el vestido de la primera comunión, bien maquilladas, cogían de la punta su falda para posar con cara tierna, mientras el rostro del ángel seguía erguido. Mirando hacia el cielo manito.

El turista colombiano no entendió esa imagen, su amigo taxista le explicó que los mexicanos eran muy devotos a esa escultura, como a la Virgencita de Guadalupe, y siempre quieren que el Ángel sea testigo de lo positivo y significativo que les pase en sus vidas, como el haber ingerido la primera hostia consagrada y haberla humedecido con gracia, pues el sabor del vino blanco pica rico y gusta un tanto.

Ya tenía la foto de sus sueños, algo consternado por el suceso de las niñas pero complacido por haber alcanzado su objetivo. Ahora disfrutaba de tomar fotos del resto de paisajes urbanos. Ingresó a la Catedral Primada en el Zócalo sólo por ver cómo se estaba cayendo la estructura, pues ni se acordó del cristo negro que está en la entrada. Aceptó con gusto que un Chamán le esparciera yerbas e incienzo por su cuerpo, pues creía en los buenos augurios, le daba miedo volar y al otro día era su vuelo de regreso. Estaba adquiriendo un seguro de vida milenario por solo dos pesos.

Las maletas ya estaban el hall del hotel, su amigo el taxista lo esperaba para llevarlo al Benito Juárez. Después de unas cuantas vueltas y el proceso de ingreso se encontraba sentado en la silla de un avión Airbus de la aerolínea Avianca. Despegó, depronto empezó a sentir una fuerte turbulencia, el vacío se apoderó de él pero no gritó. Se contuvo. La azafata al verle su cara de preocupación le dio un calmante y le explicó que la nube de smog del DF siempre estrujaba a los aviones en el despegue. El turista se tranquilizó y soltó un aire de descanso. " Pensé que el chamán me había engañado con esa pósima de la buena suerte".


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