lunes, 12 de septiembre de 2011

La usabilidad en Postales Latinas



Capital Latina y usabilidad.

Según la Organización Internacional para la Estandarización la usabilidad es : "La usabilidad se refiere a la capacidad de un software de ser comprendido, aprendido, usado y ser atractivo para el usuario, en condiciones específicas de uso", y este blog es una buen ejemplo de usabilidad pues el sitio es demasiado fácil de manejar para el deleite de los visitantes.


Por esto reitero la bienvenida para que las personas visitaen el blog, aprenda un poco más sobre nuestras bellas ciudades latinas y se animen a conocerlas desde las calles. El blog es fácil de usar, sólo necesita del cursor para bajar y disfrutar de los escritos.

La Paz, capital obligada




Panorama de La Paz. Tan simple, tan básica.


Bolivia ha sobrevivido porque las deidades son muy buenas. Un país sin entrada al mar, con recursos mineros excasos, tierra infertil y gobernante indígena, iría en camino de convertirse en la sucursal de África en América Latina en cualquier historia lógica. Pero aún no pasa ese terrible momento, puede que se haya salvado, pero es mejor tomar precauciones si usted es boliviano.

La Paz  es capital porque le toca.El Palacio Quemado, una pequeña casona de color amarillo, es la sede del Ejecutivo y un vecino naranjado, algo más grande pero no más llamativo alberga al Legislativo. Sino fuera por estas dos construcciones esta ciudad no sería confundida como capital pues constitucionalmente no figura como tal.

Bolivia es un país con varias ciudades para tener tan poca población, ocho millones de habitantes. Según el libro de ciencia ficción, o constitución, la capital del país es Sucre; una bonita población con arquitectura antigua pero escasa, pues sólo pudo albergar al poder judicial en un palacio blanco con plaza decente. La Paz retocó un par de estructuras algo maltrechas y se hechó el yugo de los otros dos poderes. Aún así, ninguna de estas dos ciudades es la más poblada, como generalmente pasa con las capitales latinas. Santa Cruz de la Sierra se lleva este título, posee la mayor población, un millón y medio de habitantes, el terminal aéreo más moderno y las negociaciones más importantes en términos bolivianos, que ironía. Los libros dicen que la capital es Sucre, el Presidente recibe a sus colegas en La Paz, y los inversionistas, contados con los dedos de una mano, llegan por Santa Cruz y haya se quedan para firmar el contrato.


Pero La Paz no es sólo un sobrado de Sucre, o mejor un Sucre con calles pavimentadas. Tampoco se le puede dar tanto palo a la capital. En ella viven los políticos más importantes de su nación, como el Presidente, sus ministros y los principales congresistas. ¡Qué privilegio!

Santiado de Chile, un solo nombre con dos ciudades

Plaza de Armas de Santiago, con la muestra de como la modernidad convive con la historia sin ningún problema.



Santiago es para muchos latinos la mejor ciudad para vivir en América Latina. Tiene una población que le permite catalogar como gran ciudad, cinco millones de habitantes, pero que abstiene de pensar en que los chilenos de la capital viven como sardinas amontonadas porque no caben en sus espacios públicos. No, Santiago es la mezcla perfecta entre la buena cultura ciudadana, una correcta educación y el convencimiento de que con trabajo se puede llegar a ser desarrollado, así se viva en Latinoamérica. 

Las calles tienen el ancho predilecto para manejar sin estrés, los conductores dejan que los peátones pasen sin necesidad de zebra y el pito sólo se utiliza para llamarle la atención a los desadaptados que se les olvida que están en Santiago. En la capital de Chile reside la tercera parte de la población total y el único problema que posee es la forma de hablar de sus habitantes. No se sabe si tratan de remedar el acento argentino, o si tratan de disimular su parecido al dialecto peruano, pero la forma de expresarse es tan enredada que es inminente pedir que repitan por lo menos dos veces para lograr identificar una palabra que dé pistas para adivinar qué carajos dicen. 

Santiago tiene dos tipos de estructuras de ciudad que están muy bien conservadas. Ha logrado respetar su patrimonio, que rescata su historia de ciudad, y ha construído zonas de fino gusto moderno que combinan perfectamente con sus vecinos de antaño. En la Plaza de Armas, la Catedral usa de espejo el cristal del edifico del lado, para cersiorarse que sus campanas estén en perfectas condiciones. Las avenidas de la metropolis rodean con precisión las estatuas de los antiguos héroes de la independencia, como Bernardo O´Higguins, para recordarles lo importantes que son para el país y las facultades de la Universidad Central de Chile reciben retoques de peluquería como cortesía de las nuevas construcciones que se realizan en su sector. 

En Santiago hasta las propias esculturas son conscientes de la calidad de ciudad que tienen y también ponen el granito de arena para lucir la mejor cara. Hasta las montañas aledañas compraron de por vida una porción de escarcha invernal, para maquillarse en todo momento y hacer juego con la punta de los rascacielos de la parte financiera, un toque elegante que le suma puntos a Santiago para cotizar con cualquier interesada. 



La combinación perfecta.

Oh Buenos Aires oh

Obelisco de Buenos Aires quieto como siempre, haciendo caso omiso al caos adyacente.

Juan siempre quiso conocer Argentina, desde pequeño esa bandera azul y blanca con un sol en la mitad estuvo presente en su mente. Una amiga del colegio se mudo por ocho meses a Buenos Aires para estudiar gastronomía, era la oportunidad perfecta para conocer la capital de su país de ensueño. Reunió algo de dinero y con ayuda de su madre compró el tiquete con anticipación, para lograr un buen precio y evitar cualquier improvisto de última hora. 

Se instaló en Buenos Aires y emprendió una calmada visita por sus atractivos. Estaba absorto por la belleza de la que era testigo. Comprendió la razón por la que se le llama la París de América pues las construcciones de las calles tenían detalles que nunca pensó encontrar en América Latina, la influencia europea era muy marcada y el placer de verla era exquisito. Visitó la Avenida nueve de julio en plena zona céntrica de la ciudad, los carros estaban por todas partes y el caos era evidente, pero él tenía el tiempo suficiente para esbozar una bonita sonrisa y posar con el Obelisco a sus espaldas. La famosa avenida es considerada por los porteños, gentilicio de los residentes en Buenos Aires,  como la más ancha del mundo, con 140 metros de espesor y el nombre que recuerda la fecha en que los argentinos obtuvieron la independencia.


El aire de tango se respiraba en el ambiente. Las tiendas de alfajores emitian un dulce aroma a chocolate derretido y el acento argentino ya era música para sus oídos. El Obelisco seguía allí, compartiendo su alegría, manteniéndose erguido como todo buen miembro y deseándole lo mejor en el resto de su estadía en Buenos Aires. Llegó la hora de conocer la Casa Rosada, un ejemplo de lo creativos que pueden llegar a ser nuestros gobernantes a la hora de poner un nombre. La Casa lo decepcionó un poco, no le encontró la belleza que de tanto se ufana y los árboles de la Plaza de Mayo le impedían ver con detenimiento los rigidos detalles. Caminó unas cuadras. Visitó Puerto Madero. Le encantó el paisaje urbano de los rascacielos que apreció en el fondo. El brillo de las ventanas, reflejo de tanto sol, le hicieron creer que se trataba de un espejismo; pero no, era la zona más moderna de Buenos Aires a solo dos cuadras de la Casa Presidencial. Todo un suceso en América Latina pues los mandatarios se concentran sólo en la manzana del sector histórico donde habitan y dejan que el resto se pudra con el paso de los años y el rose del smog. 


Comió una  carne semi asada en algún restaurante y emprendió su recorrido al sector de la Boca, barrio que anteriormente fue habitado por inmigrantes que nunca tuvieron dinero suficiente  para comprar un tarro de pintura entero, por lo que recibían las sobras de los cargamentos de barco y esto provocó un retaso de colores perfecto para la vista. Estaba contento, simuló bailar tango con la experta de la cuadra, posó con alegría a un buen número de fotos y casi olvida entrar al estadio de Boca Juniors, sino es porque el agente turístico le recuerda. El fútbol nunca ha sido su pasión. 


En el camino de regreso se dio cuenta que las madres de la Plaza de Mayo estaban protestando por la vida de sus hijos. La ciudad era sede de una cumbre de presidentes de la región y los policias colmaron su paciencia y la emprendieron contra ellas lanzandoles chorros de agua y golpeándolas con bolillos. Juan vio salir un tanque del Ministerio de Defensa, ubicado en Puerto Madero, y se preocupó inmediatamente por la vida de las señoras y por la conservación de todo lo bonito que observó en la tarde. " Qué hacer", pensó. " Tocará rezar por la vida de las señoras y mandar a pedir un condón extra grande para el Obelisco". Donde ese gigante blanco desfallesca, se disuelve la fama de buenos machos de los porteños, y ese es un daño que no se le puede hacer a la humanidad, o a los que disfrutan de las bondades de jugar con lo que el señor les dio. 

Cálida Montevideo...



Fachada del Congreso uruguayo, con un cielo prestado perfecto para la foto.


Uruguay es un país pequeño, de apenas seis millones de habitantes y una extensión similar a Antioquia. Los uruguayos siempre estarán condenados a que los confundan con los argentinos, pues su acento es idéntico, así reclamen que la ese en las lenguas uruguayas es más fuerte. Pero este país le saca provecho a su condición de pequeño, es de las pocas naciones en el continente con una calidad de vida estable, tiene los índices de corrupción por el piso, lo cual es perfecto y su selección ha ganado la Copa del Mundo de fútbol en dos ocasiones, con apenas seis millones de compatriotas para escoger. 


Su capital es Montevideo. Un amigo siempre quiso conocer esta ciudad, dijo que desde pequeño había estado interesado por su cultura, por estar en el desfile de tambores en desorden, por bailar milonga con las experta de dientes amarillos en Plaza Zabala, por caminar entre sus calles estrellas con pavimento desgastado. Le llamaba mucho la atención el nombre, pues cuando lo escuchó por primera vez en su niñez, se imagino una montaña similar a la Paramount Pictures llena de cintas de Betamax. Cuando llegó a Montevideo se dio cuenta que de monte no tiene nada, y la posibilidad de encontrar videos estaba algo excasa, pues el DVD ya había invadido las tiendas de Block Buster. 

Lo primero que hizo cuando descargó las maletas en el closet de su hotel fue visitar la comentada Plaza de la Indepencia, donde se encuentra la sede del poder ejecutivo, cada poder tiene su plaza y lo más cómico es que la plaza más bonita no alberga ningún poder.  Caminó entonces por la plaza presidencial y se encontró con una casa de estilo republicano, que parecía una mansión sensilla de cualquier barrio refinado. Preguntó qué era y le dijeron que era el Palacio Estevez, antigua sede de la Presidencia de la República y donde aún se realizan actos protocolarios. Cuestionó entonces dónde era la actual sede y le señalaron un edificio de cristales de unos ocho pisos. El amigo parpadeo dos veces y evitó reirse por respeto a los uruguayos que gentilmente le estaban explicando. El Presidente vivía en un edificio simple, que se puede confundir con la sede de cualquier banco, y anteriormente vivía en una casa sin gracia, que estaba despintaba y se le contaban los cuartos desde afuera. Estaba hecho el mandatario. 


Decidió dejar Plaza de la Independencia y se encaminó a buscar el Palacio Legislativo, quería visitar la playa de Pocitos y broncearse un poco al frente de ese mar opaco de azul pálido simplón.  Llegó y le encantó verlo, se presentó con respeto y le hechó la venía a los congresistas que lo habitan, pues los políticos en Uruguay son de los pocos que manejan bien los dineros en el continente y eso se siente por la buena opinión que la gente tiene de ellos. Llegó a la portería, le dejó saludos al Presidente de la Cámara Alta y se puso pantaloneta fruncida para disfrutar de Pocitos. No fuera ser que ese cálido sol de Montevideo se opacara y le quedara debiendo la tan querida asoleada.

El Cristo de Río



El Redentor de espaldas. Vigilando sigilosamente lo que pasa en Río.



Cuando se piensa en Río de Janeiro es inevitable imaginar una garota moviendo sus caderas de forma exquisita. Lo malo es que el retrato se daña cuando se mira con detenimiento y se observa un europeo tratando de imitar los pasos de la Zamba; pero su poca capacidad motriz y sus ojos centrados en los glúteos de la bailarina le hacen trabar sus movimientos y fallar en la concentración, generando risas en el público que los rodea y un rojo inexplicable en la cara de su acompañante.

Río es pasión por el fútbol, aún sigue ostentando el título de tener el estadio más grande del mundo, el Maracaná. Escenario que será remodelado para el Mundial de Fútbol del 2014 y para recibir dos años más adelante, los primeros Juegos Olímpicos realizados en Suramérica. Río es playas de arena blanca, llenas de cuerpos esbeltos y atléticos que se mueven de un lado al otro persiguiendo una pelota de volley playa, y atrayendo las miradas de cualquier curioso que le guste deleitarse con un buen físico. 


Río es el ejemplo perfecto de la cultura brasileña, que se contajia con facilidad y se envidia con dulzura. La ciudad es custodiada por un gigante que se eleva a 709 metros, sobre el Cerro Corcovado, le dicen el Cristo Redentor y hace poco le fue otorgado el título de maravilla del mundo por un montón de desocupados que llenaron una encuesta por Internet.  El Cristo es el símbolo de Río y es parte de los atractivos más visitados por los turistas en Brasil. Su misión es poner buena cara, posar con su mirada seria en cada una de las fotografias y mantener los brazos en forma de cruz, para que el viento le esparsa el sudor y evite generar malos olores. 


Pero en Río no todo es color de rosa. En la parte del centro histórico se encuentra lo que para muchos es la catedral más fea del mundo, una edificación con figura extraña que se asemeja a un bongo africano, sólo que sin tanto color. Los turistas van y se toman la foto para llevarse una prueba de que no exageran al decir que esa iglesia en un esperpento, pero siempre que ponen cara de desconcierto, el Cristo los observa con desdén, no comprende por qué los extranjeros quieren imponer sus gustos a toda costa. Alguna vez, un grupo de turistas discutieron sobre la mirada de la estatua, unos decían que les había hechado el mal de ojo por sus críticas a la Catedral, pero se tranquilizaron al ver pasar un europeo con falda de Carnaval, queriendo imitar el sabor brasilero, pero le era imposible, empezando por su tez tan clara y tan blanca.  El corillo olvidó la disputa, era comprensible que el Redentor se sintiera avergonzado con tan penoso visitante.

Panamá, idilio de no latina

Una vista de la Cinta Costanera, en los inicios de la competencia por construir el edifico más alto. 


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Era una mañana cálida de algún enero. Los hilos de luz atravesaban el cristal de las ventanas de un avión Copa, anunciando la llegada al Aeropuerto de Tocumén, el bien llamado hub de las Américas, pues sus conexiones internacionales dejan bobo a todo latino acostumbrado a ver los aterrizajes en avioneta del Olaya Herrera. La ventana llamó a la curiosidad. El paisaje era diverso. El mar tenía un colorido verde, turbio y sospechoso, que destruía cualquier intención de pegarse un chapusón. La hilera de edificios hacían dudar de que se estaba en Panamá, siempre se tuvo la impresión del famoso Canal, pero nunca se pensó en encontrar tanta copia del Empire State, el marco era algo "hongkongudo" y la cara de impresión seguía presente. 

El avión de Copa ya estaba de regreso. El pasajero se dirigía a su hotel cerca a la parte financiera. Su cuello seguro padecería de tortículis al intentar contar los pisos de los rascacielos circundantes. Llegó al lobby y realizó todo muy rápido para poder salir a conocer algo de la capital panameña. Descargó su equipaje y encontró en su habitación un directorio con los números de las boutiques de lujo del Centro Comercial cercano, pero al mirar el precio olvido esa cartera Chanel que le quería llevar a su mamá. " Quién da tanta plata por eso... ", reflexionó. 

Animado por tanta construcción bonita compró un tiquete para ir al centro viejo y antes de montarse a la van turística observó su cara en un cristal que hacía parte de la estructura del edificio del frente. "Definitivamente estoy a gusto".  Después de 40 minutos de camino entró al distrito histórico, la sonrisa de su rostro se fue desvaneciando al paso de cada cuadra. Los edificios no pasaban de cinco pisos, estaban despintados y lo único colorido que pudo encontrar fue las toallas de los lugareños colgadas en el marco de las ventanas. Parecía un lugar abandonado a causa de una guerra, pensó en ponerse un tapabocas pero nunca tuvo en sus archivos una bomba nuclear en Panamá, la ilusión de la ciudad moderna se convirtió de nuevo en utopía. 

Lo irónico del sector es que justo en la cuadra de la playa, se encuentra el Palacio de las Garzas, hogar de la Presidencia de la República, un edificio de cinco pisos, con acabados barrocos y fachada blanca. Su nombre se debe al regalo hecho por el Gobierno francés al panameño por su liberación, Garzas con languidas patas y un plumaje denso y suave. El turista estaba posando con el Palacio a sus espaldas. Se estremeció porque un niño negro, algo desnutrido y sin camisa, pedía limosna a los compañeros del tour. El fotógrafo le llamó la atención pero le hizo caso omiso, la causa del grito era el pico de la Garza que le rosó su cara. Lo había lastimado. El turista se tocó con su manos y desempañó la vista después de un susto, sólo tenía un raspónsito en el pomulo izquierdo. Buscó al pequeño que pedía algo de comer, el muchacho estaba corriendo, no había sido una alusinación. El guía del tour lo había espantado para que no lo vieran los visitantes, estaba tratando de mantener la imagen de país moderno, pero fue inutil.  Bastó con visitar la zona de Chorrillos para darse cuenta que por mucho edifició alto, Panamá seguía estando en América Latina y las condiciones sociales no podían faltar. 

Los millones de dólares que entrán cada día por el paso de los barcos al Canal no son suficientes para una población de solo 3 millares de personas, para unos tantos seguirá siendo necesario limpiar el pescado de los residuos industriales de las embarcaciones y aguantarse el amargo sabor  cuando se filtran a la carne.

Bogotá ... frío, humo y arte



Catedral Primada de Bogotá, hogar de las palomas que le dan vida a la plaza capitalina

    
Bogotá se le conoce como la Atenas Suramericana,según los expertos, por albergar una buena cantidad de museos y exposiciones de arte. Y no mienten al calificarla así, pues tener al festival de teatro más grande del mundo cada dos años, es un gusto que pocas ciudades se pueden dar. A la capital colombiana la atraviesa la Carrera Séptima. Es su arteria principal. Por la que fluye el tráfico y la vida de millones de bogotanos cada día.

Esta importante vía surge en el centro de la ciudad, cerca a la Plaza de Bolívar, sitio icónico de la historia colombiana, donde se encuentran los tres poderes de la nación y el lugar ideal para toparse con un puñado de palomas revoltosas, que día a día aterrizan en la Plaza para comer maiz tierno, de ese que venden a 2.000 pesos los señores del sitio. Estas aves hacen parte de un paisaje urbano que ya está absorvido por la ciudadanía,se venden al mejor postor y le dan sentido a las frías sonrisas que caracterizan las caras capitalinas.

Hace poco Diego estuvo en Bogotá, fue para ver un espectáculo de talla internacional y para sacar la visa mexicana. Aprovechó la estadía y se aventuró a conocer Bogotá por su propia cuenta. Empezó en el bonito Eje Ambiental de la Avenida Jiménez, obra de Rogelio Salmona, bajó por toda la Séptima para conocer un poco sobre La Candelaría, ese barrio colorido, lleno de casas pequeñas con fachadas resquebrajadas por el paso de tanto tiempo y de tanto olvido.

Diego estaba feliz de respirar tanta historia. Se tomaba foto con cualquier aviso, piedra o persona que le llamara la atención. De pronto, la ventisca de las doce del día empañó un poco el cielo, era hora de ponerse la chaqueta de cuero que había estado doblada en la esquina derecha de su mochila. Se la puso mientras temblaba un tanto por esa corriente pasajera. Se resguardó como debía e ingresó a varios museos, bibliotecas y exposiciones del centro histórico. Bajó hasta la Plaza de Bolívar, entró a la Catedral por pura curiosidad, se imaginó la toma del Palacio de Justicia, hizo un gesto grotesco con su mano al Capitolio Nacional y preguntó por el delgado edificio rojo con ventanas blancas y arquitectura inglesa que completaba la Plaza. Nadie le respondió con gusto. Un vendedor de maiz para palomas le indicó que allí vivía un hombre muy indeseable y antes de que terminara su discurso con efusividad inédita le tocó espantar a cuatro aves que depositaban su rila viscosa sobre sus bolsas de maíz. Seguro las regordetas esas pensaban, " o me das o te las ensucio". Después de pelear un poco, el señor se acercó y finalizo su argumento de ciudadano molesto. Era el Palacio de Lievano, la Alcaldía de Bogotá.

Continuó el recorrido por la Casa de Nariño, una mole de mármol crema en la que duerme el Presidente y su familia de forma gratuita, los colombianos eligen al político de la sonrisa menos fingida y le pagan el arriendo en ese bonito palacio, aunque algo sucio. Cuatro años le dura la ganga.  El lugar es vigilado por los muchachos de vestido rojo que se hacen llamar guardia presidencial. Diego los veía algo sobrios y elegantes pero se decepcionó cuando se le acercó a alguno y descubrió que tenía escondido un radio cerca al marco de su espada, que emitía un chocante sonido característico de la emisora Radio Uno.

Decidió recortar tiempo para poder conocer el Centro Internacional. Se confió de la seguridad del sector y emprendió una travesía por tres cuadras del centro bogotano. Un hedor feo lo hizo detener, las construcciones antiguas habían sido reemplazadas por ventas callejeras que atiborraban el paso, las palomas ya no estaban por ningún lado, el museo más cercano estaba a 15 cuadras y ahora sus ojos eran testigo del caos de la Carrera Décima en plena hora pico.Era increíble, a dos cuadras le esculcaron hasta los tuétanos para velar por la seguridad del sector, pero en ésta le tocó empezar a rezar para que el señor del mueco que pasó por su lado no le repetiera la requisada. El panorama dio un giro tenaz, los buses competian por avanzar milímetros, las personas caminaban en desorden, estrujando a quién se les atravesara en el camino y una nube de humo gris producía pequeñas gotas en los ojos de los ajenos al lugar. Diego no fue la excepción y tuvo que utilizar la manga de su chaqueta para limpiar un poco sus pestañas humedas. Un taxista se apiadó de él, le ofreció llevarlo por buen precio al Centro Internacional y en menos de 20 minutos ya tenía al Museo Nacional al frente para ingresar. Las Torres del Parque de Salmona, hechas de ese ladrillo maldito que tanto es criticado, le daban la bienvenida a la periferia del centro menos caótica.

A Diego se le pasó el tiempo entre museos. El humo era parte del pasado. La historia del atraco con arma blanca lo dejó de preocupar; y el frío se olvidó con el brillo del Poporó Quimbaya en el Museo de Oro. Salió de noche. El sexto taxista que paró aceptó llevarlo a la zona de su hotel, pues los cinco primeros se daban el lujo de decir que no, que se dirigían hacía otra zona, que mejor le preguntara a otro conductor. Entablaron una conversación algo escueta. Diego necesitaba hacer algo pues la neblina ya lo estaba atontando y no quería dormirse en un taxi de una ciudad desconocida. En medio de su batalla para ganarle al sueño una torre de luces coloridas lo despertó, se acercó un poco más y enfocó sus iris. Que grata sorpresa para Diego fue encontrar un edificio, bastante alto,con los colores de la bandera gay; le reconoció al taxista que esa inclusión cultural era enviada por muchas ciudades, pero el conductor lo tomó como un insultó. " Oiga bruto, esa es la Torre Colpatria, el edificio más alto de Colombia y símbolo de la banca nacional". Diego se puso rojo como tomate pinto y pidió disculpas como cinco veces, lo positivo de esto fue que el frío pasó a segundo plano y el sueño estaba renegando con el conductor por haberle ayudado a Diego a ganarle la batalla.



Torre del Parque, orgullo de Salmona. Torre Colpatria, simulación de Bandera Gay.


Avenida mexicana


El ángel custodio de todos los mexicanos es testigo de cada suceso que pasa en Reforma

Salió del aeropuerto con mala cara, pues el oficial de inmigración le preguntó tres veces lo mismo, queriendo escuchar otra respuesta o tratando de trabar el discurso, su nacionalidad colombiana seguía causandole problemas en los terminales aéreos. Tomó un taxi de color verde. El conductor le explicó cada cosa que veía a su paso pero él siempre tenía la imagen del Paseo de la Reforma en su mente, producto de tantas novelas manitas consumidas en las tardes de colegio, y moría de ganas de hacer la clásica foto de "me empino un poco y simulo con mis dedos que estoy tocando la punta del famoso Ángel". Llegó a su hotel, empacó lo básico y salió a conocer un poco de la capital mexicana.

Chapultepec es el pulmón de la Ciudad de México, allí se encuentra un bonito palacio con vidriales de colores y jardines bien cortados, que albergaron las discusiones del futuro del virreinato mexicano y esperaron con desdén las desiciones que se tomaban en la corona española. Ahora, esta mancha verde es el único espacio, en la parte céntrica de méxico, para que las familias del DF salgan a elevar una cometa, a ser testigos de un lago, a respirar algo de aire puro en medio del caos citadino. El parque marca el comienzo del memorable Paseo de la Reforma, un camino construído por algún rey, que pensó en unir su castillo con El Zócalo, la plaza donde se encuentra la Catedral Primada de la ciudad.

Reforma está entrecortada por glorietas con grandes esculturas en sus centros, una de ellas es el Ángel de la Indepencia, la clásica postal del DF en cualquier libro de turismo. De repente el taxi ya estaba aparcado en la esquina del edifico HSBC, una torre como de 30 pisos, de cristal, muy bonito de hecho; pero que perdía el más mínimo nivel de importancia cuando se le ponía atención a su vecino. El Ángel era marco de un sinnumero de fotos, los turistas hacían fila en la esquina perfecta para tomar el retrato del recuerdo. Los conductores de los coches, ni se inmutaban de la presencia de estos fotógrafos amateurs y unas pequeñas nacas con el vestido de la primera comunión, bien maquilladas, cogían de la punta su falda para posar con cara tierna, mientras el rostro del ángel seguía erguido. Mirando hacia el cielo manito.

El turista colombiano no entendió esa imagen, su amigo taxista le explicó que los mexicanos eran muy devotos a esa escultura, como a la Virgencita de Guadalupe, y siempre quieren que el Ángel sea testigo de lo positivo y significativo que les pase en sus vidas, como el haber ingerido la primera hostia consagrada y haberla humedecido con gracia, pues el sabor del vino blanco pica rico y gusta un tanto.

Ya tenía la foto de sus sueños, algo consternado por el suceso de las niñas pero complacido por haber alcanzado su objetivo. Ahora disfrutaba de tomar fotos del resto de paisajes urbanos. Ingresó a la Catedral Primada en el Zócalo sólo por ver cómo se estaba cayendo la estructura, pues ni se acordó del cristo negro que está en la entrada. Aceptó con gusto que un Chamán le esparciera yerbas e incienzo por su cuerpo, pues creía en los buenos augurios, le daba miedo volar y al otro día era su vuelo de regreso. Estaba adquiriendo un seguro de vida milenario por solo dos pesos.

Las maletas ya estaban el hall del hotel, su amigo el taxista lo esperaba para llevarlo al Benito Juárez. Después de unas cuantas vueltas y el proceso de ingreso se encontraba sentado en la silla de un avión Airbus de la aerolínea Avianca. Despegó, depronto empezó a sentir una fuerte turbulencia, el vacío se apoderó de él pero no gritó. Se contuvo. La azafata al verle su cara de preocupación le dio un calmante y le explicó que la nube de smog del DF siempre estrujaba a los aviones en el despegue. El turista se tranquilizó y soltó un aire de descanso. " Pensé que el chamán me había engañado con esa pósima de la buena suerte".


domingo, 11 de septiembre de 2011

Extasis limeño

Catedral de Lima con las luces que delatan la condición del día.


















En Perú existe solo una ciudad. Lima. La capital debe cargar con el centralismo común de los países latinos,  debe albergar la tercera parte de la población peruana y sus bellas edificaciones antiguas, que son parte del Patrimonio de la Humanidad, deben mimetizar un poco ese odio tan notable entre clases sociales, en las que unos son llamados cholos y otros ricos pilifichines.

El corazón de esta bella ciudad es su Plaza de Armas, herencia del imperio español, cuando el país inca aún era sucursal de la oligarquía europea.  se robaron mucho oro e implementaron una religión sesgada que hoy día sigue confundiendo la necesidad de fe por la sed de poder, pero dejaron unas fachadas memorables que hacen erizar los pelos de cualquier turista que se acerca a tomar la foto.

Cuando se ingresa a esta Plaza, la imponencia de la Catedral deja mudo al más elocuente, en el silencio se trata de encontrar una explicación a tanta belleza, mientras que el galope de un carruaje genera un ambiente de época perfecto para la imaginación. De pronto una trompeta emite un estrepitoso sonido que rompe con los diálogos vecinos. Es hora del cambio de marcha en el Palacio de Pizarro y el Presidente de turno necesita que 50 soldados le recuerden que el público atiborrado en la reja quiere verlo. El alto hombre, de tez indígena, esboza una falsa sonrisa y mueve su mano de un lado a otro, quiere transmitir un saludo, pero su mente sigue pariendo insultos a los cholitos atumultados, después de todo, despretigiar a Latinoamérica ya no es un privilegio del primer mundo, o de los que creen pertenecer a él.